Potaje de Semana Santa

Acaba de empezar la primavera, el aire huele a azahar y hay una luz especial que se cuela por nuestras ventanas. Sí, estamos en Semana Santa, una época estupenda para conocer  Andalucía.  En nuestra tierra se siguen conservando las tradiciones barrocas, nuestras calles, en cualquier punto de la región, se llenan estos días de nazarenos, cofradías, imágenes engalanadas, olor a incienso y toques de cornetas. Para nosotros, nos guste más o menos esta tradición, es algo normal, pero a mi siempre me ha llamado la atención lo que los extranjeros pueden pensar de esta fiesta, creo que les resultará algo exótico que personas se tapen la cabeza con cucuruchos y anden descalzos y en silencio durante horas; que costaleros con el sudor de su frente carguen  imágenes con vestidos  sobrecargados de oro bajo palios de plata labrada o que mujeres con peineta con velos bordados como novias viudas acompañen las tallas con el rosario en la mano. Pues sí, para alguien ajeno a nuestro entorno todo esto puede resultar de lo más surrealista y colorido;  por ello, pienso que es algo que merece la pena conocer. Cuando veo en televisión las imágenes de las procesiones en América Latina, con ese gran colorido y tantos detalles indígenas; todo  llama poderosamente mi atención y me encantaría conocerlas en algún momento de mi vida por su exotismo. Así que para muchos extranjeros nuestra Semana Santa será algo parecido, por ello recomiendo una visita a nuestra tierra en estas fechas.

Siguiendo con las tradiciones de estos días, en esta entrada os hablaré de una de ellas, la vigilia, que nos lleva al potaje de Semana Santa o potaje de Cuaresma. La cuaresma (del latín quadragésima) es un periodo de tiempo litúrgico marcado por la Iglesia Católica, son los cuarenta días previos a la Semana santa que comienzan en el Miércoles de Ceniza. La duración de cuarenta días proviene de varias referencias bíblicas y simboliza la prueba de Jesús al vivir durante 40 días en el desierto previos a su misión pública. También simbolizan los 40 días que duró el diluvio, además de los 40 años de la marcha del pueblo Judío por el desierto y los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto. Durante este tiempo, todos los viernes (hasta el viernes santo) se hace vigilia, que significa que durante la comida se hace abstinencia de carne. En mi casa se sigue esta tradición desde mi infancia, comíamos bacalao frito o con tomate, ensaladilla, etc….pero el potaje de vigilia o de Semana Santa es una receta más común en la Andalucía oriental y yo la he conocido gracias a mi suegra. Está buenísimo y además es una receta muy ligera y saludable; por ello es un plato que hacemos en casa con mucha frecuencia. Aquí os dejo la receta.

Ingredientes: 

-Garbanzos y habichuelas blancas (para 4 personas como medida he tomado una taza de las grandes de desayuno, ponéis la misma cantidad de ambas legumbres y la colmáis).

-Dos lomos de bacalao en salazón.

-Un poco menos de una tacita de aceite de oliva.

-Una cebolla cortada en trocitos.

-Una zanahoria cortada.

-Una patata cortada.

-3 dientes de ajo.

-Habichuelas verdes (yo compro una bolsa de habichuelas congeladas y siempre la tengo en el congelador para estos casos y de ahí cojo unas cuantas).

-Pimiento rojo (yo lo compro en la frutería, lo corto en trozos, lo congelo y ese es el que uso para estos guisos).

-Un tomate (el tomate no lo corto, solo le hago unas rajitas).

-Azafrán (lo que en realidad se le echa es colorante, pero a mi el colorante no me gusta porque es químicas que no da sabor, así que yo le pongo azafrán únicamente).

-Dos cucharaditas de sal (o al gusto).

La noche anterior u 8 horas antes limpiar el bacalao para quitarle la sal, ponerlo en un recipiente y cubrirlo de agua (podéis cambiarle el agua si os acordáis para que se desale más rápido); y por separado ponéis también en agua las legumbres la noche anterior.

En la hoya exprés rápida echáis el aceite y lo ponéis al fuego para tostarlo. Este paso es muy importante, el aceite no va en crudo, va frito, pero sólo se fríe el aceite, el resto de ingredientes se echan en crudo. Y cuando esté caliente el aceite se quita del fuego para que se enfríe un poco antes de echar el resto de ingredientes.

Cortáis y preparáis todos los ingredientes como antes os he indicado.

Enjuagáis las legumbres y las echáis en la hoya. El bacalao lo podéis echar con el agua (si esta no está muy salada) ya que este agua dará sabor al guiso. Después echais el resto de ingredientes y cubrís de agua (un par de dedos por encima, cuidado con esto porque los ingredientes flotan y os podéis equivocar echando más agua de la cuenta).

Cerráis la hoya y la ponéis a presión con la ruleta en el número 2 (o en programa máximo). Y ponéis el fuego al máximo (en mi vitrocerámica el número 9) hasta que la hoya empiece a pitar, cuando empiece a pitar bajáis el fuego a medio (en mi vitrocerámica al 5) y la dejáis 35 minutos. El tiempo de cocción muchas veces depende del tipo de legumbres que uséis, de vuestra vitrocerámica, del agua de la zona.... por lo que pasado este tiempo abrís la hoya y si las legumbres siguen duras las poneis 15 ó 20 minutos más de la misma manera al fuego. Normalmente en estas hoyas rápidas los ingredientes quedan poco mezclados, así que cuando abráis la hoya, y las legumbres estén tiernas, ya sin tapadera ponéis la hoya a fuego máximo 5 minutos más para que hierva un poco y los ingredientes se fusionen bien.

Y aquí teneis un plato de potaje de Semana Santa listo para comer.