Como ya sabréis nos alojamos en una granja en la Región de Salzburgo, en el pequeño pueblo de Sankt Koloman, a unos 25 minutos en coche de la ciudad de Salzburgo. Ya llevábamos unos días recorriendo los bonitos paisajes naturales de la zona y decidimos por fin dedicar un día a recorrer la ciudad con nuestros peques de uno y tres años. Con este relato lo que pretendo es que os hagáis una idea de lo que puede dar tiempo de ver con niños tan pequeños y algunos datos prácticos; para la descripción de los monumentos ya tendréis las guías.
Como ya os habíamos explicado en nuestro relato índice, nos habíamos sacado la tarjeta Salzburguerlandcard de la región para seis días y con ella, la visita a una gran cantidad de monumentos de la ciudad es gratuita durante uno de esos días. La tarjeta tiene un casillero y al comprarla tienes que poner en el casillero el día que dedicarás a la ciudad (bueno no es necesario hacerlo en el momento de la compra).
Llegamos a la ciudad sobre las 11 de la mañana, la señora del alejamiento nos había explicado que podríamos dejar el coche en un parking cercano al aeropuerto y desde allí tomar un bus gratuito. Nosotros ni lo pensamos, preferimos gastarnos algo más en el parking, aparcar en el centro y disponer del coche rápidamente por si nos hacía falta. Aparcamos en el parking Raiffesen, en la otra orilla del río distinta al centro de la ciudad, pero a unos pasos del mismo. Elegimos este lugar al encontrarse muy cerca del embarcadero del río donde se toman los barquitos para hacer el tour por el mismo. Muy bien situado pero 2,40 euros la hora si estás más de 4 horas. Nosotros nos gastamos 16 euros.
El tour por el río en barco se toma junto al puente de los enamorados, Makartsteg (un puente peatonal lleno de candados). Cruzamos dicho puente (nuestro parking estaba al otro lado del río) y fuimos al embarcadero a comprar los tickets para el paseo en barco (gratis con la tarjeta).
Hasta las 12:30 no volvía a salir el próximo barco, teníamos aun una hora por delante, así que ya con el ticket comprado para esa hora para el barco, invertimos este tiempo para ir a un lugar cercano. Fuimos a tomar el ascensor para subir al monte Mönchsberg, una elevación del paisaje desde donde se contemplan unas preciosas vistas de la ciudad y quedaba justo al lado del embarcadero.
Como digo, la subida al Mönchsberg se hace mediante un ascensor que lleva también al museo de arte moderno. El ascensor cuesta 3,40 euros (gratis con la tarjeta), hay unas bonitas vistas porque se ven todas las zonas elevadas de la ciudad con el río en medio y salen unas fotos preciosas. Yo os lo recomiendo, sobre todo si no subís al castillo.
El paseo en barco fue entretenido y a los peques les gustó contemplar el agua y hacer de marineros un rato. El barco te saca de la ciudad y puedes apreciar un paisaje diferente. Más o menos el paseo dura una hora.
Después del paseo por el río fuimos a la Casa de Mozart (también gratis), pero cuando íbamos a entrar los niños empezaron a lloran que tenían hambre y cambiamos de planes.
Justo al lado de la casa de Mozart hay un especie de restaurante de pescado con comida para llevar (hay de todo tipo de bocadillos de pescado, frituras y sushi), así que compramos allí la comida para hacer un picnic.
Cruzamos el río por el puente de los enamorados de nuevo y nos fuimos a la parte posterior de los Jardines de Mirabell, donde hay un parque y allí hicimos el picnic sentados en el césped.
Tras la comida paseamos por los jardines del palacio, donde había músicos improvisados tocando música clásica. Dicen que la música amansa a las fieras y así es; mis peques se quedaron embelesados escuchando las sinfonías.
Tras la comida volvimos sobre nuestros pasos al centro. Callejeamos por las calles comerciales y fuimos a ver la Kollegienkirche. Mientras uno de nuestros peques se dormía en nuestro carro gemelar, el otro todo el rato daba la lata con que se quería bajar, bueno, viajar con niños no siempre es de color de rosa je je
Cuando se tienen dos hijos tan pequeños, el tener al menos a uno dormido, da una sensación de tranquilidad indescriptible, así que pudimos realizar el paseo de forma sosegada por un rato.
Después Stiftskirche de St Peter y las Catacumbas (gratis con la tarjeta), la verdad que es un lugar curioso excavado en la roca de la montaña.
Ya los dos peques despiertos juguetearon por los bonitos jardines junto al cementerio, aunque suene tétrico el lugar es tan bonito que no da reparo.
Tomamos el funicular para subir a la fortaleza, Festung Hohensalzburg (también era gratis con la tarjeta). Estas son las vistas mientras subes en esa especie de cabina sobre raíles.
Arriba nos turnamos, mientras uno se quedaba junto a los niños en la terraza de la cafetería tomando un café con tarta Sacher contemplando las fantásticas vistas, el otro entraba un momento dentro del castillo a dar una vueltecita y viceversa. Las vistas son preciosas y en la cafetería, gracias al cielo, tenían tronas, así que con los peques bien sentados, me pude poner a hacer fotos tranquilamente sin riesgo de despeño de un baby.
Al bajar, aunque junto al funicular está la fábrica de cerveza Stiegl que nos hubiese encantado visitar y ademas era gratis con la tarjeta, no lo hicimos porque los niños querían ir al zoo.
Así que dimos un paseo por la plaza de la Catedral y la Residenz.
Para que os hagáis una idea, eran las cuatro y media de la tarde cuando terminamos de hacer todo lo que os he mencionado. En ese momento cogimos el coche del parking y nos fuimos al zoo (también gratis con la tarjeta).
El zoo está justo al lado del Palacio de Helbrunn, a unos 7km del centro (también gratis ambas cosas con la tarjeta). Aquí mandaron nuestros hijos y visitamos el primero, no el palacio. Lo pasaron muy bien en el zoo, pero quizás el parque de animales de Wild- & Freizeitpark en el P N Hohe Tauern del primer día, les gustó más porque eras más interactivo con los animales. Cenamos en el zoo porque se nos hizo de noche, caro y poca variedad, no lo recomiendo.
De nuestra semana en la región solo volvimos una noche a la ciudad para ir a la cervecería Augustiner Brau. Aunque la comida no es nada del otro mundo (codillos, pollo asado, quesos....), merece la pena visitar este lugar para descubrir su ambiente, jarras y jarras de cerveza que se cogen de unas estanterías, se enfrían en una fuente y se llenan para beberlas rodeados de gran ambiente festivo.
La ciudad nos gustó mucho, pero mucho más nos gustó el resto de la región (este es nuestro artículo de nuestra ruta en la región de Salzburgo) con infinidad de cosas de las que disfrutar en plena naturaleza (en la foto anterior toboganes de montaña). Cuando se viaja con peques hay que seguir un ritmo muy pausado en las visitas y siempre buscar momentos para que corran, jueguen y se distraigan. Seguro que en pareja estas horas dan para mucho más, pero nosotros nos sentimos muy satisfechos con nuestra ruta, porque pudimos disfrutar todos del paseo.
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Muy interesante, yo tb soy de las que cuando viajo con mi hijo le reservo los tiempos para jugar y para sus distracciones, de esa manera siempre les va a gustar viajar. Tengo un monton de ganas de conocer Salzburgo, aunque siempre que miro los billetes estan subiditos de precio...saludos!
ResponderEliminarEs así, como lleves a los peques corriendo a todos lados te pasan la factura en algun momento. Nosotros volamos a Alemania que está justo al lado y los billetes eran más económicos. Muchas gracias por tu comentario, un abrazo!!!
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